Se le llama cucamba a los instrumentos musicales utilizados para la interpretación del Rajaleña es decir, el tambor, el chucho, la puerca, la esterilla y el cienpatas como instrumentos de percusión y los de cuerda el tiple, el requinto y la guitarra que llevan la parte Melódica.
A los grupos de música que les encanta entonar y tocar los anteriores instrumentos que forman una cucamba se les conoce popularmente como pichinches. Los pichinches empiezan a tunar desde el 13 de junio cuando en las fincas a cortan los racimos de plátanos para colgarlos en las vigas de la cocina de bareque para que se maduren.
Los pichinches aparecen tocando el 22 y el 23 de junio durante el sacrificio del marrano, puerco, cerdo o colibajito. Siguen tocando el 24 de junio el día de San Juan cuando se podía ir a pasar la fiesta en el río.
Las cucambas y los pichinches siguen tocando rajaleñas durante San Juan y San Pedro, el rajaleña muestra picardía, doble sentido, crítica y filosofía popular.
A los pichinches de tanto tunar se les abría el apeto y eran tan atarantaos para hartar que quedaban aitos. Los pichinches antes de ensayar la cucamba pedían catiar y los espectadores quedaban culimbos cuando empezaban a templar las cuerdas de la guitarra. (tin,tin,ton,ton…)
A veces de pura chiripa cantaban coplas repentistas y lanzaban chillidos como la vieja de Aípe (iiiiiiihjasampedro) y a veces decían unos rajaleñas muy guaches. Los pichinches se caracterizaban por ser julleros, langarutos, llenos de maturrangas y entonces el público les pedía ñapa (otra, otra); los amantes del rajaleña le ofrecían en los tumbilos aguardiente y quedaban turuletos, eran más zorocos que de tanto tomar se quedaban dormidos en las yaripas por el dolor de tripas de tanto tragar.
Las cucambas quedaban como cachivaches y los pichinches timbicos y para no maniarce y quedar pantilos encaramaban los instrumentos en el zarzo o la cumbrera hasta el próximo Sanpedro.