La posverdad, se ha definido como un contexto cultural e histórico en el que la noticia empírica supera la objetividad, el truco es hacer menos relevante la notica, lo importante es hacerle creer a los oyentes, a través de las emociones y hechos subjetivos induciendo a las personas que lo que se está replicando constantemente, se está convirtiendo en cierto, para crear una falsa corriente de opinión pública que es manipulable, que se repite continuamente, día, noche y semanas, hasta doblegar el pensamiento de las personas.
Básicamente, las palabras detonantes, sirven para señalar una tendencia en la creación de falsos argumentos y discursos, que se caracterizan por partir de la ausencia de la objetividad, en que ya no importa lo relevante, lo social, lo cultural, aquí, lo que interesa, es el modo en el que se afirma tal falsedad, la posverdad, abusa de las creencias, hasta manipularlas y en ese momento vulnerable, se impone la mentira.
La posverdad, supone un alejamiento de la verdad, hasta ser creíble la falsedad y la mentira, y crea una tercera categoría distinta a las dos anteriores. Una en la que un acontecimiento, ficticio o no, es aceptado de antemano por el simple hecho de encajar con nuestros esquemas mentales y servirle a una clase social, que está supeditada a los medios a través de la Plusvalía, la venta de comerciales y el sensacionalismo, que es repetir constantemente una falsedad, hasta volverla creíble.
La clave de un buen reportero, es no darle juego a la posverdad, la objetividad, la imparcialidad y la veracidad, deben continuar siendo principios sine qua non de la actividad periodística.
