BAMBUCO TRADICIONAL TODO UN MATRIARCADO

                                                                     

Suena el bambuco fiestero y ella inicia el arrastrado  quedando de frente y él de espaldas.  Él la persigue con caminado de pizco  y ella toma sus faldas con sus dos manos  simulando  lavar ropa.   Avanzan por el escenario  formando círculos, ella fumando tabaco  porque el humo espanta los insectos y con el ambil  se extraen los nuches fruto de las picaduras de las moscas  del tábano.

 Ella con traje de campesina y mangas hasta los brazos, trenzas negras y gorra con alas desdobladas hacia abajo con adornos de rozas en la copa;  continúa arrastrando.  Él detrás con pantalón  blanco, camisa manga larga blanca, machete  en el cinto, morral atravesado  y dentro un tumbilo o mate harto de chicha  o guaro.   Ambos arrastran las alpargatas amaradas  con calcetas de plátano o cordones, cuando ella lo voltea a mirar, él la coquetea  con el paso Páez.

El arrastrado  es firme  y fuerte  con un pie adelante y seguido del  otro atrás, ella  le recuerda que mientras  él hace la labor   de caza y pesca, asume el mando del hogar con la recolección, a atender el fogón, lavar, planchar con plancha de carbón  y atender  los guambitos dentro de la casa de bahareque  y techos de palmicha.

 Se miran frente a frente arrastrando en círculos simulando unos ochos y ella asume nuevamente su puesto de matrona  y rezongando mueve los hombros.    Él continua de tras, la adorna con sombrero, la coquetea con el raboegallo  tomándolo por el cuello, simulando ajustarlo  y ella simula matar niguas  moviendo rítmicamente sus pies  y en punta de pies se desplaza por el escenario.

 Ella con su caminado y arrastrado demuestra que es la que manda en el hogar y él con una sonrisa saca de su morral el mate y se lo ofrece, pero antes lo anuncia al público presagiando el triunfo de sus coqueteos.   Ella toma el tumbilo que contiene chicha o guaro de alambique y también lo enseña al público, quien con un grito de sorpresa acepta la sumisión de la matrona, ella bebe alegremente, le devuelve el mate y él y  lo guarda  en el morral.

 Una vez ha terminado la conquista, él acepta el matriarcado  de su mujer y muy contento la coquetea  con el poncho, ondeándolo por encima de la cabeza  y le ofrece el sombrero con mucho respeto; ella lo conduce hacia  la salida del escenario.      Efusivamente  él le levanta la falda, ambos terminan arrastrando y armoniosamente ejecutan el paso páez  y el caminado de pizco.

 Una vez terminado el bambuco  fiestero, el público  aplaude efusivamente  y él acepta que ella es la dueña del hogar, quien le zurce los calzoncillos, le lava la ropa y atiende el fogón y que siempre bailará bambuco tradicional delante de él porque en las caminatas él le impone el ritmo y ella lo sigue fielmente.

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