Como todos sabemos conseguir empleo en nuestro país no es tan fácil, por eso la gran mayoría recurre al subempleo. El subempleo es la realización de una actividad diferente para lo cual fuimos formados, lo importante es conseguir recursos económicos para el sustento diario.
La empleabilidad es la utilización de los docentes para desempeñar oficios varios como consecuencia de la modernización del capitalismo neoliberal.
El sector hegemónico de la sociedad, el capital, necesita reconfigurar la educación en el país para descargarle la responsabilidad de la calidad y desterritorializar la educación haciéndole perder el vinculo afectivo con las comunidades.
En la empleabilidad el profesor es un simple asalariado que utiliza otros oficios para mejorar sus ingresos y cae en el proceso de la involución pedagógica.
La empleabilidad es el camino de la despedagojización y la política neoliberal obliga al docente a caer en la enseñabilidad, es decir, solo se puede enseñar a quienes estén en condiciones de aprender.
Sacar al maestro de la pedagogía implica que cualquier profesional puede ejercer la labor educativa y en su afán desesperado el educador manifiesta: “se quedan en clase aquellos estudiantes interesados en aprender y los demás se retiran”, error, el educador cayó en la trampa de la educabilidad.
La educabilidad es la seudoeducación que solo requiere de un currículo instrumental y un plan de estudio basado en Estándares y Competencias que incluyen principios racionalistas para obtener el famoso “rendimiento escolar” deseado.
La pauperización del ejercicio docente, la enseñabilidad, educabilidad, empleabilidad, traen como consecuencia la desprofesionalización y la despedagojización, pues cualquier profesional con titulo universitario puede ser nombrado “maestro en periodo de prueba”.
Quien recibe una formación de tercera y practica mediocremente una profesión cae en la empleabilidad una propuesta económica de la globalización capitalista y neoliberal.
Le corresponde a la comunidad académica y científica redefinir, recontextualizar y replantear su quehacer pedagógico para rescatar el estatus que antes gozaba y dedicarse a la formación de hombres integarles, cualificando su autoestima y pasar de ser un “simple dictador de clases”, reconfigurando la pedagogía y el proyecto de nación.
Se deben recontextualizar los sistemas de formación de docentes, pensar en la creación del Instituto Superior de Pedagogía (INSUPE), estimular la investigación y formar maestros culturales, sociales y pedagógicos.
El maestro constructor de pedagogías debe romper viejos paradigmas, aceptar el ejercicio intelectual, la creatividad, la innovación, subjetividad y volver a recuperar el liderazgo con la comunidad para construir una sociedad con hombres y mujeres dignos con calidad al alcance de nuestros sueños.