La cultura oral, representada en la voz de los abuelos quienes al anochecer se sentaban en los butacos y barbacoas a deleitar a sus sobrinos, nietos, familiares de narraciones, espantos y mitos, entrelazados con vivencias personales, era todo un cuento.
La muchachada decía Don Pedro, tenían diferentes gustos, unos se dedicaban a leer historias en las casas de bahareque que tenia alquiler de cuentos, porque no podían ir al cuento a visitar el pasaje Camacho, donde existían libros por montones.
Los mas julgandillas, se Iván para el rió magdalena a nadar y a divertirse con los neumáticos que eran arrastrados por las aguas rió abajo y aprovechaban para observan el paso de las canoas y el remar de los bogas.
Recuerdo que durante las fiestas alquilábamos bicicletas durante varias horas para hacerle compañía a los muerganos que se desplazaban en patinetas, una tabla rectangular con dos valineras.
En las esquinas de los barrios existían tubos públicos o pilas de agua para recoger agua, las mas famosas eran la pila de de ventilador y la pila publica de la zona de tolerancia en donde uno se bañaba, esa pila quedaba a donde hoy esta el monumento a los potros frente al Colegio Técnico Superior allí funcionaba el cuartel de la policía que custodiaba el panóptico, luego que hoy ocupa el centro de convecciones.
Los muchachos cargaban agua, lavaza, leche, plátanos en carretas, una guadua larga con dos ruedas en la punta el otro extremo se colocaban uno sobre el hombro y se le atravesaba un palo por la mitad que servia de manivela.
Para espantar los mosquitos, Don Pedro enciende un chicote y continua diciendo que en las fiestas era importante ponerse mascaras que se compraban en el parque Santander y ceñirse a un rabo de gallo en el cuello de color rojo adornado con bolitas blancas. Los muchachos de mi época, afirma Don Pedro, nos peleábamos por formar las comparsas de Don Abundio que vivía en el barrio los lagos cerca al puerto del caracoli.
Toda la muchachada después de realizar lo que mas nos gustaba, nos reunimos a tomar agua en las tinajas que era sostenidos por lo tinajeros de guadúa o madera, la chicha la tomábamos de la tinaja que estaba encima de una chipa que era hecha de una cobija vieja, de derecho del bagazo de la caña de azúcar o de la calceta de las matas de plátano.
Que tiempos aquellos, suspira Don Pedro, creo que el sanjuanero se reviste a la y el bambuco parece ahora como un ballet, lo popular lo quieren modernizar y a los viejos no los tienen en cuenta para nada. El lenguaje popular, lo cotidiano se refugia en la espontaneidad de la voz de la experiencia, pero si usted quiere disfruta del pueblo y no olvida su procedencia, lo invito a través portarse en un bus urbano.
Al abordar o al subirse en un bus urbano, desde su interior usted puede observar la ciudad, reflejada en cada uno de sus puestos y las personas que lo ocupan. Una comuna tiene aproximadamente 10.000 habitantes, pero en el interior del bus se identifican cada uno de sus barrios. La radiografía de una ciudad su identidad en las voces y comentarios de sus pasajeros, en la opinión de los taxistas y en los análisis de los peluqueros.
Don Pedro es un viejo del saber popular que extraña su época y sus fiestas, usted es un ciudadano que debe cultivar el saber cultural usted amigo lector es un ciudadano que debe cultivar el saber cultural, preocuparse por la autenticidad de las fiestas y querer su ciudad.