El cuaderno esta hecho para escribir, siempre vive acostado, en un sitio seguro, en el pupitre, la columna vertebral es el lomo, tiene una cara y una espalda.
Sus hojas rayadas parecen costillas, que se convierten en renglones, tiene un lomo largo y fuerte para sostener los filamentos de las neuronas cuando escribimos reglón tras reglón.
El cuaderno vive, cuando usted empieza a escribir sobre sus hojas lineadas, a doble espacio o cuadriculadas.
Con la ayuda del lápiz o el lapicero, alimentamos la vida del cuaderno, que parece un estomago que guarda todo lo que escribimos sobre el. Las letras forman palabras, oraciones, las oraciones párrafos y los párrafos textos literarios, que le dan cuerpo al cuaderno.
Los renglones parecen conductos o tubitos, por donde pasan las frases como el oxigeno y si rompes una hoja afecta el corazón del cuaderno que queda en la mitad.
El aire entra por los espacios de las hojas y los glóbulos pueden ser los círculos con lapicero rojo y los glóbulos blancos, las vocales que escribes con lápiz.
Cuando escribes párrafos, renglón tras renglón, se llena de felicidad el cuaderno, porque el escrito va tomando forma, las hojas antes habían sido un hermoso árbol. Al continuar escribiendo, las hojas se fortalecen con los movimientos del lápiz con mina de carbón y se tornan orgullosas cuando la tinta escribe palabras y frases de amor y paz.
Sobre el cuaderno escriben niños, niñas, adolescentes, jóvenes, adultos y ancianos, los bordes de las hojas, dan elegancia al cuaderno, son sus cabellos.
Al escribir sobre las hojas de un cuaderno, utiliza tus sentidos, aunque no lo creas, cada vez que escribes, estas pensando y tus ojos, oídos, gusto, olfato, orientan tu mente. Para que viva el cuaderno debe tocar con tu piel las hojas y sentirás que despierta en ti la alegría de escribir, porque tus manos rozan nuevamente la dicha que siente tu cuerpo al respetar el cuaderno, cuando deletreas un buen texto.
