En el barrio Quebraditas, hoy Diego de Ospina, Jeremías, un anciano amante del folklor, de las danzas, las comparzas y el rajaleña en las épocas de San Juan a las 6 p.m. se sentaba en una barbacoa a golpear su tambora avisando que habia ensayo del grupo folklorico del barrio Amante de las Guabinas, Pasillos y Paloparao.
La barbacoa en guadua se ubicaba al frente de su casa de bareque entre la escuela francisca borrero diagonal a la iglesia san vicente de paul y contiguo al colegio las Vicentinas, los jovenes aparecían al llamado de don Jeremías a puro golpe de tambor.
El viejo escogía el grupo con base en la disciplina y a ritmo de torbellino gritaba a los guambitos que el que fuera jullero, muergano, pecuecudo y corrompido no podia pertenecer al grupo ni conformar las comparsas.
Al otro lado de la ciudad en Reinaldo Matiz Abundio fiel amigo de jeremías, tambien a ritmo de tambor llamaba a la muchachada para organizar la danza del cordón y los grupos ejecutarian la contradanza para seleccionar los mejores danzarines y pasar por el puerto de caracolí donde previamente se enfrentaban en coreografía con los muchachos de Jeremías.
Abundio y Jeremías con lapiz y papel organizaban a los muchachos y muchachas para conformar las conparzas, luego con listado en mano se iban caminando por las calles polvorientas a los almacenes que quedaban en el pasaje camacho y cada bailarín se medía sus alpargatas, pantalón caqui, camisa blanca raboegallo y sombrero.
Las chicas de la comparza entraban acompañadas por las esposas de Jeremías y Abundio a medirsen las faldas, las blusas corte bandeja y las alpargatas; recuerdo dice el viejo Gilberto otro folklorista de San Martin y ventilador que los vestidos y pantalones de los muchachos y sardinas las pagaba la alcaldía.
Actualmente solo queda el ritmo del tambor sus tonadas y repiques del amigo inseparable de Rumichaca, Amin Vargas hijo de Fortalecillas hoy vive con su tambor recordando que en el Huila existen tonadas como la de Teruel a golpe de tambor con Giberto Pérez y que Ulises Dusán mantiene el rajaleña picaresco y los caguingos de Campoalegre a golpe de tambor mantienen y perduran la copla repentista.
El golpe de tambor extraña las comparzas que se reunían en las casas con solares grandes y cubiertos de matas de plátano que adornaban las casa de bareque y después de ensayar el regalo para los jovenes era ír a ver una película en un teatro cuyas bancas de madera y un telón elaborado con bolsas de harina de trigo presentaba las películas mexicanas en el teatro Nur que ya nadie recuerda como el viejo Jeremías que para fomentar el folklor se sentaba cuando caía el ocaso en su vieja barbacoa y taburetes y encima de las butacas exponía la cucamba del rajaleña: Chuchos, esterillas, marranas, cienpatas, tamboras y caranganos.
El golpe de tambor en épocas de San Juan y San Pedro nos recuerda la escencia viva de las tradiciones de nuestros abuelos con su bambuco tradicional, los tunantes y pichinches que alegran las fiestas con su jolgorio y la tonada del rajaleña.