En Neiva hace muchos años se construyó a SURABASTOS Y al lado como siameses esta MERCANEIVA, para llegar a los dos megaproyectos, hay que pasar por el monumento a la Madre Tierra. Pero el común de la gente le dice popularmente los elefantes y a la avenida le llaman la de Surabastos, lo curioso del caso es que primero se llega a Mercaneiva, quizá el pueblo con su sabiduría popular tenga la razón, porque al encontrar la central minorista y la central mayorista estos dos megaproyectos son un par de elefantes blancos.
Ingrese a Mercaneiva y compre un butaco de madera que me costó ocho mil pesos, se me acercó un campesino y me invito a su puesto de venta de productos de pan coger y se sentó en su propio butaco de madera y comenzó a contarme que el día del tropel con la policía y los hombres simios (los esmark),los antimotines, se le perdió el butaco y que hoy lo había recuperado porque estaba marcado por debajo, lo tenían amarrado me comentó que estaba debajo de una mesa y con su machete le corto la cabuya y lo recuperó.
Con sus manos gruesas de labrar la tierra, su piel quemada por el sol y en tono de voz con mucha indignación, empezó su relato, todos los dueños de la bodegas son unos picaros no quieren trabajar, lo que desean es vivir explotándolo a uno, que si trabaja con honradez, se la venían ganando fácil, esos sinvergüenzas hace más de seis años.
Todos los propietarios de las bodegas actúan de esa manera, le pregunte, respondió, todos. Porque, le insistí, venga le cuento….se tomó un sorbo de agua y me dijo, no nos crean tan pendejos, nosotros no fuimos los que nos enfrentamos contra la policía, fueron los propietarios que le pagaron a gente que se presta para armar problemas y eso porque, le pregunte, respondió José, pues porque se estaban llevando las gallinitas de los huevos de oro.
La conversación se interrumpió por la presencia de un parroquiano que le
pregunto cuánto vale la libra de cabezona ,con voz cadenciosa le contesto, a
cuatro cientos pesos la libra y para usted le doy tres libras en mil, mijo grito con tono fuerte, hágame el favor y le pesa al señor tres libras ,de repente sale por debajo del puesto donde tienen los alimentos, un muchacho moreno ,cabello crespo y le dice con mucho gusto tío, José me conto que toda su familia trabaja para ganarse la vida y poner a estudiar los muchachos.
Al marcharse el comprador, le pregunte porque todos los bodegueros son unos avivatos, pues muy sencillo, respondió José, por ejemplo yo trabaja al frente de una bodega, allí éramos tres y le pagábamos al dueño de la bodega doscientos mil pesos mensuales cada uno por arrendarnos el frente de la bodega, como así, le pregunte, pero si eso cuesta un arriendo le replique, ,pues imagínese, nosotros le pagábamos por a adelantado y nos ponía la condición de que todo los productos se lo teníamos que comprar a él y así nos explotó por más de seis años.
Don José y aquí en este puesto donde vende usted actualmente cuanto paga de arriendo, me respondió, por ahora una bicoca, cincuenta mil pesos mensuales y si lo compramos nos dan plazo para pagar los cuatro millones que nos están pidiendo por es pite de puesto, pero eso si
estamos bajo la sombra, bajo techo y allá al frente de las bodegas con esos picaros a pleno rayo de sol y nos cobraban doscientos mil pesos mensuales. El campesino se levantó del butaco de madera, se tomó otro sorbo de agua y pujo, si le contara, cuando no le pagábamos por adelantado, sacaba sus productos, esperaba a como dábamos la papa, la yuca, la arveja y le bajaba el cincuenta por ciento a los productos que él tenía en la bodega y nos jodia porque nos quitaba nuestros clientes. Murmuró enojado y en tono iracundo decía, sinvergüenzas se la quieren ganar fácil, porque creen que los campesinos somos pendejos.
Cuando José se sentó de nuevo en su butaco, aproveche para decirle que estaba enterado que eso ocurría con los almacenes del centro de la ciudad de Neiva que alquilaban los andenes a los vendedores ambulantes y los bares y las cantinas cobraban en la calle segunda arrendamiento para la calle de la prostitución, donde los gays y las vendedoras sexuales nocturnas se convertían en chicas de prostíbulo callejero, José me interrumpió, no profe, eso es cuento viejo, tan viejo como el negocio de los dueños de la bodegas de Surabastos que nos explotaron por más de seis años y aterrece son tan descarados que han venido a ofrecernos que volvamos pero a vender desde adentro de la bodega y nos subieron el arriendo a trescientos mil pesos, no tienen vergüenza ni sangre en la cara malhechores de cuello blanco.
El labriego ,le dice a su sobrino, bueno Enrique, mire a ver que nos queda para restiar y empacar porque nos vamos a comer algo, el Joven, se levanta del suelo ,toma los costales, se pone a barrer el puesto ,José se levanta de su butaco ,lo guarda de bajo de los frutales y me dice, esto que estoy haciendo, es amarrándolo para que no me lo vuelvan a robar y a usted profe gracias por escucharme y tenerme paciencia, si le pague a esos sinvergüenzas más de siete millones de pesos, porque no puedo pagar con cuotas cómodas y buenas garantías con un buen techo y un puesto que va hacer mío, pues lo hare , ah ,dijo finalmente José y que le quede claro nosotros no fuimos los que nos enfrentamos a la policía ,fueron los bodegueros gana fáciles con su gente de la calle y aquí , como usted ve estamos los pobres pendejos que quedamos con un puesto que muy pronto puede ser nuestro y como le dije, se jodieron los dueños de las bodegas, se le acabaron las gallinitas de los huevos de oro ,eso le cuento.
José se colocó su viejo sombrero, agarro por los hombros a su joven sobrino y dijo, camine mijo, vamos a ver cómo les fue a los otros de la familia, se marchó con paso firme, yo, tome mi propio butaco de madera me lo eché al hombro, Salí de Mercaneiva y Surabastos, sitios donde el tejido social es imperioso y regrese a la ciudad de historias y de contrastes, Neiva, eso le cuento.